¿QUE SE PAGA CUANDO SE PAGA?
La relación con el
dinero es tan compleja que ha llegado a tener múltiples connotaciones. Algunas personas lo ven como algo sucio,
lo desvalorizan; otros le dan enorme valor. Muchos realizan sus oficios
en forma gratuita, o hacen distinciones entre las cosas que hay que cobrar y las que no
se debieran cobrar. Otros, vinculan el dinero al sacrificio, al trabajo y
al malestar, diferenciándolo de lo que se hace por agrado, ocio y
placer. Hay quienes lo ligan al estatus y al poder.
Si
nos remontamos a tiempos ancestrales, a la época del trueque en la que
una persona intercambiaba con otra, objetos para la subsistencia, se podría entender de donde proviene el dinero. Una persona cambiaba a otra, una gallina por cinco
kilos de arroz, por ejemplo. Después de este cambio, ambos quedaban con algo nuevo para sus vidas, que ayudaría a satisfacer una necesidad de supervivencia. Sin
embargo, en este intercambio también ambos perdían algo: uno perdía una gallina,
otro cinco kilos de arroz. Como no era fácil andar trasladando a cada rato gallinas y kilos de arroz, se inventó un objeto que los representaba y que facilitaba su circulación: un papel o una ficha, con un valor análogo al objeto que se tenía para el intercambio.
Estas relaciones de intercambio se establecen también en otros aspectos de la vida. En el texto “El Malestar de la Cultura”, Freud manifiesta que, desde un principio, la relación entre el individuo y la cultura es "incompatible": el individuo siempre tiene un "impulso" que busca satisfacer, pero la realidad se lo impide, obligándolo a encontrar otros caminos para su realización. Al ser partícipe de algún grupo social, debe perder algo de sí mismo, algo debe ceder, en tanto el limite cultural se lo exige. Esta pérdida es lo que produce el paso de ser un organismo-individuo a ser un sujeto social.
Esta situación de intercambio se inicia desde la más tierna infancia, en tanto el límite con la realidad se establece desde el momento en que el bebé quiere algo y la madre no se lo da. Con este gesto el niño o niña instala una renuncia a la satisfacción inmediata de su "impulso", cuyo mensaje es “Hasta aquí llegas tú, este es tu límite”. Esta renuncia tiene como costo una pérdida, el individuo pierde algo de sí mismo, pero esto es lo que le permite instalarse como sujeto, en tanto existencia. "Ex-siste", dice Jaques Lacan.
Si bien este proceso es constitutivo de la condición humana, cada persona se relaciona con el límite, la renuncia y la existencia de una manera particular, dependiendo de su contexto y de la manera cómo se ha ido instalando en el mundo. Por este motivo, y aunque no siempre en forma evidente, en todo sujeto está implícita alguna pregunta sobre sí mismo, su relación al otro, la propia búsqueda y su diferenciación respecto a los demás para ubicarse en algún lugar. Las posibilidades extremas dentro de este tránsito se podrían dar entre "desaparecer" en la masa: ser uno más, en una especie de anonimato; o bien, excluirse por completo, sin hacer esta transacción social y ubicándose en el margen del extraño.
Al entender esta forma particular de constitución subjetiva, se abre la posibilidad de entender el dinero y la relación que la persona establece con él, también de otra manera. Si se piensa que la primera forma de relación en la vida es a partir de una "transacción", es importante investigar cómo fueron estas primeras transacciones con los primeros "otros" con quienes el niño se relacionó, con los objetos y qué implicancias ha tenido este "trueque" en relación con los otros simbólicos y sociales, que han influido en la subsistencia y "existencia", entre los cuales se encuentra el dinero.
Es debido a esta dinámica que se hace complejo el tema del dinero, en tanto cada persona le entrega una connotación particular según lo que han significado en su vida. Cada persona nace en un contexto, se sostiene de un discurso desde el lugar que ocupa en su familia, de sus circunstancias y de los deseos inconscientes que tuvieron sus padres al concebirlo. El niño o niña lleva "encima" un nombre, un apellido, una esperanza, un estorbo, una necesidad, una compañía, una unión, que muchas veces implican "pagos" (o "cobros") que se realizan con el cuerpo, con servicios, con logros y que a veces se ven representados por el dinero. El problema es que, en ocasiones, estas "cuentas" no son suficiente, quedando siempre un saldo, una deuda simbólica pendiente. En este sentido, la relación que cada persona establece con el dinero es similar a la que tiene con otros objetos de su existencia y subsistencia.
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Estas relaciones de intercambio se establecen también en otros aspectos de la vida. En el texto “El Malestar de la Cultura”, Freud manifiesta que, desde un principio, la relación entre el individuo y la cultura es "incompatible": el individuo siempre tiene un "impulso" que busca satisfacer, pero la realidad se lo impide, obligándolo a encontrar otros caminos para su realización. Al ser partícipe de algún grupo social, debe perder algo de sí mismo, algo debe ceder, en tanto el limite cultural se lo exige. Esta pérdida es lo que produce el paso de ser un organismo-individuo a ser un sujeto social.
Esta situación de intercambio se inicia desde la más tierna infancia, en tanto el límite con la realidad se establece desde el momento en que el bebé quiere algo y la madre no se lo da. Con este gesto el niño o niña instala una renuncia a la satisfacción inmediata de su "impulso", cuyo mensaje es “Hasta aquí llegas tú, este es tu límite”. Esta renuncia tiene como costo una pérdida, el individuo pierde algo de sí mismo, pero esto es lo que le permite instalarse como sujeto, en tanto existencia. "Ex-siste", dice Jaques Lacan.
Si bien este proceso es constitutivo de la condición humana, cada persona se relaciona con el límite, la renuncia y la existencia de una manera particular, dependiendo de su contexto y de la manera cómo se ha ido instalando en el mundo. Por este motivo, y aunque no siempre en forma evidente, en todo sujeto está implícita alguna pregunta sobre sí mismo, su relación al otro, la propia búsqueda y su diferenciación respecto a los demás para ubicarse en algún lugar. Las posibilidades extremas dentro de este tránsito se podrían dar entre "desaparecer" en la masa: ser uno más, en una especie de anonimato; o bien, excluirse por completo, sin hacer esta transacción social y ubicándose en el margen del extraño.
Al entender esta forma particular de constitución subjetiva, se abre la posibilidad de entender el dinero y la relación que la persona establece con él, también de otra manera. Si se piensa que la primera forma de relación en la vida es a partir de una "transacción", es importante investigar cómo fueron estas primeras transacciones con los primeros "otros" con quienes el niño se relacionó, con los objetos y qué implicancias ha tenido este "trueque" en relación con los otros simbólicos y sociales, que han influido en la subsistencia y "existencia", entre los cuales se encuentra el dinero.
Es debido a esta dinámica que se hace complejo el tema del dinero, en tanto cada persona le entrega una connotación particular según lo que han significado en su vida. Cada persona nace en un contexto, se sostiene de un discurso desde el lugar que ocupa en su familia, de sus circunstancias y de los deseos inconscientes que tuvieron sus padres al concebirlo. El niño o niña lleva "encima" un nombre, un apellido, una esperanza, un estorbo, una necesidad, una compañía, una unión, que muchas veces implican "pagos" (o "cobros") que se realizan con el cuerpo, con servicios, con logros y que a veces se ven representados por el dinero. El problema es que, en ocasiones, estas "cuentas" no son suficiente, quedando siempre un saldo, una deuda simbólica pendiente. En este sentido, la relación que cada persona establece con el dinero es similar a la que tiene con otros objetos de su existencia y subsistencia.
Para dar un ejemplo de esta descripción, se puede mencionar lo que sucede con muchas personas de nuestra sociedad que se angustian por deudas que tienen, piden préstamos bancarios para pagarlas y se vuelven a endeudar, produciendo un circuito interminable. No siempre estas personas tienen claridad del motivo por el cual se llega a esta situación. Algunos dicen: “es que cuando era niño nunca pude tener todo lo que quería”.
Es posible que las consecuencias de algunas experiencias de infancia sea "querer tenerlo todo" cuando se es adulto y "darlo todo" a sus niños, sus familias y a sí mismo, intentando "saldar" aquello que no tuvo. De esta manera, el dinero se instala como una representación, un símbolo, de una complejidad que está implicada en la constitución psíquica de un sujeto. ¿Por qué hay que tener todo lo que se quiere?
¿Qué es lo que, efectivamente, le "faltó" en su relación con los otros y se está representando en estos objetos de intercambio?
Esta es la complejidad a escuchar.
Es posible que las consecuencias de algunas experiencias de infancia sea "querer tenerlo todo" cuando se es adulto y "darlo todo" a sus niños, sus familias y a sí mismo, intentando "saldar" aquello que no tuvo. De esta manera, el dinero se instala como una representación, un símbolo, de una complejidad que está implicada en la constitución psíquica de un sujeto. ¿Por qué hay que tener todo lo que se quiere?
¿Qué es lo que, efectivamente, le "faltó" en su relación con los otros y se está representando en estos objetos de intercambio?
Esta es la complejidad a escuchar.
Continúa en: "Qué se Paga en Psicoterapia"
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